Las mejores películas de ciencia ficción de Werner Herzog

Werner Herzog

Werner Herzog

05/09/1942 (81 años)
Werner Herzog es un director, documentalista, guionista, productor y actor alemán. Nació en Múnich como segundo hijo de Dietrich Herzog y Elizabeth Stipetic. Dietrich fue inmediatamente conscripto para el ejército alemán, y la pareja se disolvió. Bajo la custodia de la madre, Werner mantuvo su apellido materno Stipetic hasta que lo cambió por el de su padre, que, "para director de cine, sonaba mucho mejor". Era muy pobre. Creció sin radio ni cine, en pleno contacto con la naturaleza, en una granja, alejado del mundo moderno. Según afirma él mismo, no tuvo conocimiento de la existencia del cine hasta los once años, la misma fecha en la que vio por primera vez un coche. A los 17 años hizo su primera llamada telefónica. A los trece años lo llevaron a Múnich para que iniciara sus estudios secundarios. Su familia se alojó provisionalmente en una pensión donde, casualmente, se alojaba Klaus Kinski, (1926-1991), actor que en un futuro sería clave en su carrera cinematográfica. Kinski ni reparó en el Herzog de trece años, pero el futuro director sí lo hizo con el singular actor. Durante su adolescencia, pasó por una etapa de gran fervor religioso, llegando a convertirse al catolicismo, lo que le provocó discusiones con sus parientes, que eran ateos convencidos. Por esta época empezó a realizar sus primeros largos viajes a pie. Hacia los quince años atravesó media Europa, desde Múnich hasta Albania. También hizo a pie el viaje que lo llevó a Grecia. Hacia los 17 años decidió dedicarse al cine. Para pagarse sus películas, trabajó en diversos oficios, que combinaba con sus estudios secundarios y más tarde universitarios. Se matriculó en Historia, Literatura y Teatro en Múnich. Hacia 1960 obtuvo la beca Fulbright para el Seminario de cine de la Universidad de Duquesne, en Pittsburgh (Estados Unidos). A pesar de participar en seminarios universitarios de cine, Herzog nunca estudió en ninguna escuela ni tampoco trabajó como asistente de ningún director; su formación fue completamente autodidacta. En Estados Unidos combinó de nuevo sus estudios con diversos trabajos, como soldador en una fábrica o aparcacoches, para ganar dinero que luego invertiría en su arte. En 1962, a los veinte años, fundó su productora de cine, Herzogfilmproduktionen. Al año siguiente inició el rodaje de su primer cortometraje, Herakles, para el cual tuvo que trabajar dos años y medio en la cadena de montaje de una fundición de Múnich. Le seguirían Juego en la arena (1964), Últimas palabras (1967) y La incomparable defensa de la fortaleza Deutschkreutz (1967). Tras esta primera etapa de formación en el cortometraje realizó su primer largometraje, Lebenszeichen (Señales de vida), subvencionado por el Instituto de Cine alemán, que buscaba promocionar a nuevos cineastas. La película ganó el Premio de Cine Alemán (Deutscher Filmpreis). A partir de aquí Herzog inició una carrera singular, que ha combinado la filmación de largometrajes, documentales, dirección de ópera, actuación y redacción de guiones. Werner Herzog sigue activo en la actualidad.

Éramos pocos y llegaron los aliens

Éramos pocos y llegaron los aliens
5,9/10
En Dillford (Ohio) hace tres días todo estaba tranquilo y se mantenía el estatus de siempre: los vampiros estaban en la parte superior del orden social, los zombis eran en la parte inferior, y los seres humanos se quedaban en el medio. Pero este delicado equilibrio se ve destrozado cuando el apocalipsis alienígena llega a Dillford y pone fin a toda la armonía. Ahora es el humano contra vampiros contra zombies, y todos ellos están en contra de los alienígenas. Corresponde a tres adolescentes —un humano, un vampiro y un zombie— que hacen equipo, y deben encontrar la manera de deshacerse de los visitantes interplanetarios, y tratar de restablecer el orden en esta pequeña ciudad “normal”.

El poder de un dios

El poder de un dios
6,4/10
En un futuro la avanzada civilización terrestre descubre un lejano planeta habitado por unos seres completamente humanos pero tremendamente atrasados respecto a la Tierra. La humanidad envía a un equipo científico para investigar el descubrimiento. Una nave es situada en orbita para monitorizar la historia del mundo, y un infiltrado Rumata, es enviado para mezclarse con la cultura nativa, siempre guiado por una fuerte regla de no intervención.

El Andinista

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