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Arn, hijo de un noble sueco de alto rango, es educado en un monasterio en el arte de la lucha con espada y en el estudio de los libros. El joven es enviado a Tierra Santa como caballero templario.

En 1192, Arn vuelve a su tierra con grandes proyectos y una enorme fortuna para hacerlos realidad. Sueña con volver a ver a su amada Cecilia y formar una familia; además, desea restablecer la paz entre los linajes enfrentados. Gracias a todo lo que ha aprendido en sus años de exilio y al grupo de constructores, artesanos y médicos, tanto cristianos como musulmanes, que ha traído consigo, creará el reino de Suecia, que marca el comienzo de una nueva época en Europa.

Como cada verano, la familia Andersson se va de vacaciones a Myggträsk, una pequeña isla cerca de donde viven en Suecia, a bordo de una caravana. Pero tanto Karin, la madre, como sus tres hijos, Sune, Håkan Bråkan y Anna, no soportan más las vacaciones en ese lugar. Un día, Rudolf, padre de la familia, asesor fiscal, recibe de su jefe la oportunidad de asistir a un congreso en Grecia. Animado por estas circunstancias, Rudolf decide llevarse a su familia de vacaciones a Grecia. Y con un "todo incluido". Pero un golpe de mala suerte echa para atrás los planes de Rudolf por agradar a su familia, que están expectantes con el nuevo viaje, porque es su jefe quien finalmente asistirá al congreso. Así pues, y para no decepcionar a su familia, Rudolf sigue adelante con el plan establecido y reúne el dinero suficiente para pagar el viaje. Una vez allí, la familia se embarcará en una aventura llena de sorpresas.

Esta ocasión sitúa a la familia en las montañas por un capricho de Sune. Su amada Sophie se va a esquiar con un atlético y apuesto compañero de clase, así que Sune convence a toda la familia para seguir a la chica, a pesar de que no puedan permitirse un viaje de ese tipo y, además, no saben esquiar. Una vez allí, las dos familias deberán compartir cabaña, y no será fácil, mientras que Sune solamente tendrá en mente un objetivo: ¡recuperar a Sophie!

Rudolf se entera por casualidad de que una pintura del artista Bengt Johansson, que él y Karin consiguieron en su luna de miel, tiene un valor superior a 900.000 coronas. Sólo hay un problema: el artista no la firmó. Es por eso que Rudolf decide llevar por carretera a toda su familia de regreso a la aldea en la que encontraron la pintura, situada en el Sur del Tirol. Así, el artista podrá firmarla fácilmente y ¡se harán ricos!